El blog de im4mur4

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26 abril 2006

La Iliada


Por fin he terminado la Ilíada. He de admitir que la empecé a leer con cierto recelo y no estando del todo seguro de que me gustaría, puesto que me habían hablado en más de una ocasión de la extrema densidad de la narración y la lentitud con la que se desarrollan algunas fases de la historia. Aunque soy bastante benévolo al definirla como tal, ya que es bien simple: un "trozo" de la guerra de Troya, ataques por uno y otro lado.
Sin embargo, me gustó y mucho. El lenguaje de Homero es muy elegante y te transporta en el acto a las encarnizadas batallas entre acayos y troyanos, con una salvedad. La descripción de las luchas individuales en mitad de la gran batalla suele ser breves y bastante similares en todos los casos. Lanza la pica. Yerra. Saca entonces la espada y se lo lleva la Moira y la muerte. Está bien, me gusta, pero veo el duelo demasiado estático, no me da la sensación de apremio que requiere todo momento en que uno se juega la vida. No así los del álter ego de Dumas padre o del propio Alatriste.
"Ya has pasado lo peor", me dijeron en el foro. Yo no exageraría tanto porque, como ya digo, me ha parecido una novela soberbia.

Sin embargo, bien entrado el canto XV empecé a echar en falta alguna alusión al caballo de Troya, al que esperaba con suma expectación. Pasé el canto XVIII, el XX... y cuando Hécaba comenzó a lamentarse por la muerte de Héctor –final del canto XXII– supe que no presenciaría el asalto y la caída de Troya. En efecto, la novela concluye con los funerales del Priamida y no habla en ningún caso de la argucia aquea.

En ese momento me embargó una terrible desazón y acudí al foro buscando consuelo. Finalmente, añadieron dos libros más a los que pensaba leer: la Eneida de Virgilio y la Anábasis de Jenofonte. Éste último lo definieron como un auténtico best-seller del siglo V a.C. imposible de defraudar a nadie, y es ahí donde en realidad se habla del final de la guerra de Troya.